De pronto... Se le encendía la cara con un ardor insoportable... Lágrimas casi en ebullición llovían... Le ganaba la rabia, la desesperación y la frustración de no poder gritar... De no poder sentirse libre... Enjaulada en una vida aburrida, monótona y con pocos matices. Y con la cabeza a punto de explotar, simplemente cerró los ojos entre la oscuridad y la luz de los relámpagos colados por la ventana.
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