Cuando el alcohol te hace efecto, te vuelves a enamorar, cada vez, del mismo recuerdo, de esa sensación de libertad, de la misma inquietud que sentías cada que ibas a verme, de mis manos frías en tu espalda y mis besos llenos de lluvia... Pero cuando la sobriedad regresa, también lo hace la cordura, y recuerdas que lo que nos separa son años y miles de kilómetros que no se van a borrar por una noche de borrachera.
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