miércoles, 8 de julio de 2015

Para no escribirle...

Para no escribirle a él te escribo a ti. A ti muchacho que ya me has olvidado, y yo que te pedí que por favor nunca me olvidaras. A ti, que prometiste nunca olvidarme.

Para no escribirle de amor. Te escribo a ti, sobre lo que fuimos, porque sé que éramos almas gemelas, sé que lo nuestro era amor, sé que había algo más que química o física o incluso que las ganas locas de morderte, mi amor, mi dulce y antiguo amor.

Para no escribirle de sentimientos. Te escribo a ti, sobre las bellos ratos que pasábamos juntos, sobre las tardes lluviosas entre la hierba.

Para no escribirle sobre horarios. Te escribo a ti, y te cuento sobre las largas horas en las que hablábamos hasta quedarnos dormidos, y sobre las veces que se nos hacía tarde mientras jugábamos con besos.

Para no escribir sobre sus ojos cálidos, verdes como dos esmeraldas. Escribo sobre tus ojos cafés, que albergaban miles de universos, sobre la manera en que me miraban con ternura y delicadeza, como si yo fuese una especie de muñeca que se rompería con tan siquiera una ráfaga de viento, pero también cuando me veían con pasión, con ese fuego indomable que luchaba por incendiar el mundo, nuestro mundo.

Para no escribir acerca de sus millones de pecas. Termino escribiendo sobre tus lunares que me parecían a mí, cientos de constelaciones, constelaciones que en algún momento fueron mías, las luces de mi propio universo, porque ¡Hey! Tú eras parte de mi cosmos.

Para no escribir su nombre. Escribo el tuyo, en cada página de los cuadernos y a veces, hasta en uno que otro libro, en cursivas e incompletas la "F" y la "x" para que nadie entienda lo que quiero decir, garabateo tus letras inconclusas.



Para no extrañarlo. Te extraño a ti, a veces, a ratos; definitivamente no te extraño a ti, extraño al chico increíble que solías ser.

No hay comentarios:

Publicar un comentario