Y no, no era amor, pero era mucho más que amistad, o al menos ella lo veía como algo lo suficientemente mágico. Él se había convertido en algo más; "era su amigo, su compañero y su terapeuta"... ¡Su confidente!
Era más que alguien con quien pasar el tiempo, era el cómplice que cualquier chica como ella necesita, no para pasar el rato, sino para compartirlo, hablando de todo y de nada, riendo fuerte y llorando bajo.
Con él, no era aburrido mirar las nubes, y caminar hacia ningún lado mientras fumaban un cigarrillo era la escena más divertida del show.
... Y sus besos... ¡Qué dulces besos! Sabían a humo... Y a desesperación, a angustia y calma a la vez, a emoción y adrenalina, A un inquietante desasosiego cargado de avenencia.
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